QUIÉNES SOMOS

ACADEMIA E nace en 2016 para responder a una necesidad que ese momento parecía evidente y que, hoy, es más que urgente: construir un lugar donde formar las personas para la Paz, los Derechos Humanos y la Inclusión. Somos una Sociedad Civil al servicio de la sociedad civil, abierta al diálogo y la colaboración con las instituciones para promover la cultura de los derechos fundamentales de las personas y la transformación positiva y noviolenta de los conflictos. Esencialmente, somos un espacio físico y virtual dedicado a la formación de las personas y a la reflexión cooperativa. En el marco de Academia E, se desarrollan varios programas dirigidos a públicos específicos y con funciones proprias: la Alta Escuela para la Construcción de Paz, la Pequeña Escuela de la Paz, las cátedras, la Fábrica de las Ideas, los InterCity, Ars Ediciones y la Academia Europea.

NUESTRA FILOSOFÍA

Vivimos en un mundo injusto, un mundo sin paz.

Vivimos en un mundo donde la violencia camina sobre las piernas de la guerra, pero también del crimen organizado y de una economía salvaje que monopoliza la comunicación, regula las relaciones interpersonales, establece las normas de los frágiles equilibrios entre países e instituciones.

El nuestro es un mundo “deshumanizado”, donde la persona ha dejado de ser el centro del discurso.

Un mundo donde la persona no es importante.

Frente a esta situación, cifra común de nuestro presente, nosotros estamos firmemente convencidos de que la Paz es un derecho, pero también una cultura, una actitud, un sentido de las cosas. Creemos que la Paz es un objetivo que se persigue a través del trabajo cotidiano, una construcción compleja y permanente basada en la escucha y en un alto sentido de la otredad. Su antónimo no es la guerra, como muchos podrían pensar, sino el olvido y la injusticia, ya que, sin Memoria, no hay ni Justicia ni Paz.

En este sentido, nosotros estamos conscientes de los límites de la Academia.

La Academia, seguido, ha sido un lugar donde se ha destruido la justicia y cultivado las ideas que, afectándole directamente a la Dignidad Humana, contribuyeron de manera decisiva a la construcción de un mundo sin Paz. Fueron académicos los que, con toda su autoridad moral e intelectual, difundieron el verbo de la eugenesia, institucionalizando el racismo por medio del reconocimiento científico; fueron académicos los que escribieron las leyes para la protección de los pueblos, legalizando la esterilización de los diversos, discriminando entre superiores e inferiores, organizando la deportación de millones de personas, su esclavización y exterminio; son académicos, en fin, los que diseñaron y diseñan sistemas económicos perfectos que no toman en cuenta al ser humano y que, cuando aterrizan en la realidad de la vida de los hombres y las mujeres, destruyen todo lo que no estaba en sus cálculos; sistemas de muerte, injustos e incapaces de recordar las lecciones del pasado, sistemas productos de esa misma academia que debería construir y defender el derecho a la Paz.

Por esta razón, sentimos la necesidad de una Academia diversa, con una verdadera vocación para la construcción de la Memoria y la Justicia, condiciones necesarias para la Paz. Sentimos la urgencia de una escuela donde se recupere justo ese punto de vista, esa perspectiva, donde a la teoría se agregue, permanentemente, la práctica, dando, de esta forma, un renovado sentido a la palabra coherencia.

Así que: Por nuestras ideas, hablarán los hechos.

Queremos una escuela responsable donde se aprenda a ser responsables; una escuela ética donde se aprenda a ser verdaderamente éticos en cada una de las actividades humanas. Queremos una escuela humanista donde la persona vuelva a ocupar el centro del discurso y donde el bien del otro represente el motor da cada proyecto, cada idea. Soñamos con una escuela libre que valore la libertad, honesta que defienda la honestidad, siempre coherente con sus propios principios, sin pretextos ni justificaciones.

Consideramos que la incoherencia es el peor entre los fracasos humanos, porque anula toda autoridad moral y transforma cada proyecto importante en un capricho sin sentido.

Nuestra escuela es un lugar pensado para pensar; no es una estructura burocrática que forma profesionales, sino un espacio libre donde las personas se transforman y piensan el mundo. En una sociedad donde las universidades se parecen siempre más a centros se formación empresarial, nosotros, como los antiguos, utilizamos con orgullo la palabra ESCUELA para indicar un área de libertad dedicada al ejercicio soberano del pensamiento individual; no construimos una estructura rígida para responder positivamente a las exigencias del mercado del trabajo, sino un espacio flexible, listo para contestar, constructiva y cooperativamente, a las necesidades de las personas.

Quizás, justo por esta razón, nuestra escuela es Alta: porque, como el águila, se esfuerza para ver cada cosa desde arriba, sin perder, nunca, el sentido del todo. Es por esto que estamos conscientes de la necesidad imprescindible de aprender a volar alto para no descuidar el contexto de las cosa, pero sabemos también que volar bajo es igualmente importante, ya que, desde arriba, lo pequeño se vuelve invisible, y no siempre lo que no es grande carece de importancia.

Nuestra escuela es Alta, porque hace un esfuerzo constante y permanente para distinguir la miseria de la pobreza, huyendo de la primera y aprendiendo tenazmente de la segunda. En nuestro discurso, el Derecho se llama Justicia y la Medicina lleva el nombre de Salud; Bienestar es el verdadero nombre de la Economía, y Responsabilidad, la sola cultura de la Legalidad por la cual valga la pena trabajar.

Nosotros y nosotras sabemos que la Felicidad no es Alegría, y que la Integración es cosa diferente de la Homologación; estamos conscientes de que la enseñanza y el aprendizaje son las caras indivisibles de la misma moneda, y con esta moneda pagamos cada decisión que tomamos. También por esta razón, nuestra escuela es Alta, porque elegimos estar siempre de lado de los últimos, de las personas marginadas, excluidas, exiliadas y discriminadas. En nuestro discurso, la palabra “tolerancia” no tiene cabida, porque nosotres sabemos que lo políticamente correcto jamás es verdaderamente justo; nosotros preferimos el respeto a la tolerancia, y el amor a las reglas de la convivencia.

Nuestra escuela construye su propio discurso sobre tres pilares importantes: la Paz, la Memoria y el respeto de los Derechos de las Mujeres y los Hombres. La Paz entendida como Justicia, la Memoria como Lucha, y los Derechos de los y las demás como los nuestros.

Nuestro proyecto formativo es imaginar, proyectar y proponer un modelo social alternativo basado en los valores fundamentales de la Solidaridad, la Participación y la Responsabilidad Individual. Soñamos con una sociedad de personas corresponsables de las decisiones y las acciones para la construcción del bienestar de todas y todos.

Creemos, firmemente, en el Humanismo como eje central de la formación, y, por esta razón, ponemos, en el centro de nuestro discurso, a la persona humana; jamás la sustituiremos con las ideas o los principios, con las necesidades o los problemas, porque todo discurso construido alrededor de algo que no sea la persona termina siendo, siempre, inhumano, alejado del bienestar de las mujeres y los hombres..

Nuestra escuela es Alta porque hace de la coherencia su praxis, de la perseverancia su estilo y de la constancia su manera de ser.

Para nuestra comunidad, la Coherencia es un manera de ser y hacer las cosas, porque consideramos inconcebible que las acciones contradigan las palabras. Por esta razón:

POR MIS IDEAS, HABLARÁN LOS HECHOS